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jueves, 25 de agosto de 2011

la nocion de genero y el cuerpo tecno politico


La Noción de Género  y El cuerpo Tecno Político

La noción de género fue usado por primera vez  en 1947 por John Money. Para hablar de la posibilidad de modificar  hormonal y quirúrgicamente  el sexo de los bebes nacidos con órganos genitales  y cromosomas, Que  el poder medico con criterios  visuales   y discursivos  que arrastraba  desde la rigidez  del siglo XIX,  no podía clasificar como masculino o femenino.
Por tanto Money  utiliza la noción de género  para nombrar el “sexo  sicológico”, dando por sentado que la  tecnología podía  modificar el cuerpo, y acentuar el ideal regularizador y normalizador de la sexualidad pre existente.   Prolongación del dispositivo de poder disciplinario post concilio de  Trento,  recogido siglos más tarde por la proto- Psiquiatría.  Con la noción de género, se repite  la normalización de la sexualidad  y los modelos de: “cómo debe ser el cuerpo humano femenino o masculino”. Modelos que continúan siendo perpetuados consiente e inconscientemente  hasta nuestros días.
Si en el  modelo hegemónico decimonónico, el sexo era  natural, definitivo, intransferible y trascendental. Durante la segunda guerra mundial  aparece la noción de género como un instrumento mas de la tecno política, acompañada de las muñecas inflables, comida enlatada, la energía nuclear, las sillas plásticas, la televisión, la cama inflable, el satélite artificial. Para demostrar desde la noción de género que el sexo y la sexualidad puede ser transferido, imitado, producido  y reproducido gracias a la ciencia y la tecnología.  
He querido empezar con estas  premisas con base histórica  para  echar por tierra  la posición de Young Mi.  Que afirmo  en el Diplomado de Política e Interculturalidad - Taller de Generó Y Exclusión, organizado por la Universidad Ruiz de Montoya en Puno. Que el género  es un concepto social cultural  que se divide en masculino y femenino, suma del esencialismo biologicista  y el determinismo de la construcción cultural.
No, la noción de género  no empieza  con la diferencia de masculino y femenino. Sino  para afirmar que el sexo sicológico se puede construir  con ayuda de la ciencia y la tecnología, mediante métodos  quirúrgicos (Money) o suministrando testosterona  o estrógenos. Por tanto,  el género  es el primer espacio valido  de enunciación y acción  para los sujetos políticos de la diversidad sexual. No se puede anunciar,  que el género no tiene nada que ver con la transexualidad, homosexualidad y otros sustratos  del ejercicio de la sexualidad.
 Si avanzamos y  clasificamos para  determinar  el género  a partir del cuerpo social políticamente construido y asignamos a ese cuerpo “el género “de lo que es masculino o femenino,  según criterios esencialistas  y biologicistas, Caemos en un error. ¿Por qué? Porque ni los criterios  visuales del poder medico,  que rigen  la asignación de sexo en el nacimiento. Ni los criterios psicológicos que hacen que alguien se considere interiormente como masculino o femenino tienen realidad material. Pues ambos son ideales hegemónicos construidos históricamente, regulados, normalizados  y sojuzgados, para responder a la estructuración política, interiorizados y reforzados continuamente  en la bio subjetividad individual como un soporte somático. Por tanto,   los estatutos tecno políticos  de género (bio o  trans). Son también técnicamente producidos como resultantes de la alienación y enajenación tecno política y hegemónica.
Es a partir de la noción de género que dos modelos  metafísicos irreconciliables, se evidencia de manera más clara para ponerse en  marcha. Por un lado los criterios y  dispositivos disciplinarios normalizadores del poder medico con la asignación visual  de sexo y por el otro  los criterios de reasignación de sexo  en los casos de transexualidad. Los criterios visuales y los dispositivos disciplinarios normalizadores de asignación de sexo, que deciden  si un sexo es  masculinos o femeninos en el momento del nacimiento o anterior a este (ecografía). Dependerá de la valoración visual del poder medico que se pretende científica cuando en realidad es empírica,  donde los signos visuales externos de: cromosomas, talla de los genitales, etc. Se validan como  verdades univocas y científicas. Una ontología oscopica que afirma que lo real es lo visible.
Sin embargo perspectiva hermenéutica o una  ontología  inmaterial, afirma que el sentimiento interior del ser masculino o femenino, pertenece a un  modelo de lo radicalmente invisible, no representable. Donde lo real no se ofrece fácilmente a el sentido visual, por tanto hablamos del sexo verdadero, “el sexo sicológico”, aquel que escapa a la descodificación puramente sensible a la visualidad.
Entonces pasemos preguntarnos ¿que es aquello que conduce al sujeto individual a afirmarse como  masculino o femenino? ¿Cómo se afirma su decisión identitaria  homosexual, heterosexual, bisexual o transexual? ¿Son las estéticas hegemónicas del género tecno político o los códigos del cuerpo sojuzgado  post concilio de Trento? ¿Serán los  estatutos médicos  de reconocimiento visual los que deciden, o  la invisible convicción y auto percepción sicológica?
También valdría la pena preguntarse desde la teoría de género: ¿que signo, significado y significante es “ser masculino o femenino biológico”? Las respuestas podrían variar entonces. ¿Serán masculino o femenino biológico, aquellos que conservan el género  que les fue asignado por el reconocimiento  visual del poder medico al momento del nacimiento y desde la normatividad hegemónica? ¿O aquellos que  apelaran a medios legales , quirúrgicos para modificar o reafirmar  esa asignación?   Estos cuestionamientos van más allá de  quienes deciden cambiar de sexo, sino también para quienes mediante la plastia,  la ortopedia o la alteración hormonal optan por el agrandamiento de pene, pectorales, piernas etc. etc. Machos o femeninos tecnológicamente producidos.
Es decir en la sociedad contemporánea la noción de género masculino, femenino, homo, bisex o trans. También se construyen o pueden construirse  gracias a un conjunto de tecnologías de normalización, domesticación, sojuzgamiento o rebeldía hegemónica. La certeza de ser de un sexo u otro  termina siendo  una ficción somática y tecno política. El género desde su nacimiento con la revolución tecnológica,  es un programa operativo que produce  percepciones sensoriales  formando efectos, deseos, acciones, creencias, praxis  e identidades en el conjunto de manifestaciones del ejercicio de nuestra sexualidad.  Teniendo como  resultado la producción tecno política  de un discurso sobre  nuestro saber interior  y sobre nosotros mismos.  Un auto percepción tecno políticamente construido.
Entonces el sentido del “yo sexual”,  aparece  como una realidad emocional evidente  a la conciencia: soy hombre, soy macho, soy hembra, soy bisex, soy homo, soy trans. Como saberes específicos e inamovibles, sobre uno mismo. Reducidos a sujetos  bio tecno políticos y simbólicos que reproducen en la praxis  discursos hegemónicos. Convertidos en sujetos  bio tecno políticamente,  equipados por los estímulos y las hormonas (testosterona, serotonina, cortisona, estrógenos, oxitócica etc.) que nos proporciona el mercado.  Es decir sujeto tecno sexualmente producidos para sexuar, reproducirnos, o controlar la posibilidad de la reproducción.
Entonces reiteradamente volvemos  a la noción de género, que “no nace” o se reafirma en los  discursos feministas de los años 60, sobre las relaciones interpersonales de poder macho -hembra. Más bien se emerge y posiciona   en plena guerra mundial en los laboratorios que buscan reafirmar los ideales bio políticos de la hegemonía sobre: “lo que es  y lo que debe ser  y  como debe ser “  lo masculino y lo femenino. Ideales que no se reafirman  en estado puro,  sino como resultante  de un poder medico hegemónico, tecno hegemónico, siquiátrico hegemónico, social hegemónico, político hegemónico para producir  un nuevo dispositivo disciplinario, un nuevo cuerpo sojuzgado. Producto de un  tecno sistema sexual,  del novedoso parque de atracciones bio capitalista. Con el origen de la noción genero se “ampaya” el discurso de médico,  supuestamente esencialista y  biologicista.  Para dejar al descubierto  sus orígenes arbitrarios, su carácter constructivista de un cuerpo  tecno- vivo-segmentado y territorializado por diferentes modelos políticos.
Así llegamos a un territorio de discursos  reduccionistas  del  genero a masculino femenino  como concepto socio cultural  que reafirma la normatividad hegemónica  hetero sexual y hetero normativa. También al  concepto de género en el seno de una sociedad regida  por las relaciones de producción y de intercambio del trabajo sexual, del trabajo de gestación, del trabajo de crianza y cuidado de los cuerpos, al trabajo no remunerado y al trabajo domestico.
Este reduccionismo de género hetero sexista de masculino femenino, que dice que la comida no es igual cuando lo cocina la madre, y que  la construcción del carácter “la contención y la socialización” depende de la mirada materna. Olvida que el cuerpo  y la afectividad son producidos  por la inducción, deducción, represión,  y coerción y repetición  performatica  de una normatividad  semiótica, política, lingüística y corporal regulada  e impuesta por convenciones culturales y frente a un público,  como construcción de carácter colectivo. Asegurando  la complicidad  con el modelo hegemónico represivo - dominante y re-significado en un cuerpo,  suficientemente dócil para poner su capacidad total y abstracta al servicio del modelo hegemónico y tecno -bio capitalista.
Así terminamos construyendo cuerpos de “genero femeninos” afincados o reducidos a las labores domesticas. La construcción cultural que el trabajo domestico constituye el lugar  natural de las mujeres (por extensión también el trabajo de maricas, afeminados, desviados y todo lo contrario a lo masculino hegemónico), por su relación cercana  a la reproducción biológica. Estableciendo límites y asignándole  roles  identitarios y socialmente construidos rígidamente. Por tanto el trabajo domestico se concibe como “no trabajo”, pues se les despoja  ideológicamente de su contenido forzoso y de reproducción social. El discurso del masculino hegemónico hetero sexista y el reduccionismo de género a masculino y femenino, van de la mano  en los ideales de identidad y ciudadanía que solo  favorece a l discurso tecno -bio -capitalista.   El cuerpo desde el reduccionismo de género a masculino y femenino  termina siendo el reducto  que perpetúa  la estructura social, económica e ideológica, y va acompañada  por la reproducción de valores, desvalores, costumbres, rebeldías  hábitos y sobre todo ideologías hegemónicas.
Otro aspecto que contradice al discurso del reduccionismo  de género a masculino femenino,   es que la sexualidad  de los seres humanos  se va construyendo  mediante  pautas sociales,  culturales, económicas,  mediáticas y cada vez más alejadas de la reproducción. Pues hoy en día el ejercicio de la sexualidad  no tiene como  fin a la reproducción sino principalmente la recreación y la vinculación afectiva.  El reduccionismo de género acompaña en el discurso al reduccionismo laboral,  que conduce por la filiación de género a travestis maricas y transexuales a labores de peluqueros, putos, cocineros y  toda la amalgama  de labores domesticas. Necesarios en tanto satisfaga el mercado hetero sexista. Despojándolos de cualquier  visible discurso político laboral. Condenados a producir y reproducir por repetición el discurso somático - político hegemónico sobre el ejercicio de su sexualidad.
Entonces deberíamos preguntarnos con el rigor académico que corresponde  ¿que se pretende  con el discurso reduccionista de género a masculino femenino? Porque se olvida el origen de la noción de género? ¿Por qué afirmar que al transexualidad  es otra cosa distinta la generó? ¿Qué modelo de hegemonía se pretende perpetuar  cuando se afirma que la comida de mama no es igual a la de a empleada?
Los vínculos confesionales  y las limitaciones  culturales siempre serán un tropiezo  para la labor académica, para el rigor científico y  para la construcción de una sociedad y una educación crítica y liberadora.
A partir de las ideas de Gramsci, Althusser, Judith Butler
  Beatriz Preciado y Michel Focault.


 Jesús Alegría Argomedo

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