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domingo, 24 de junio de 2012

¿Hacia dónde van las organizaciones juveniles? http://yanavico.lamula.pe/

¿Hacia dónde van las organizaciones juveniles?
http://yanavico.lamula.pe/
¿Hacia dónde van las organizaciones juveniles?
Pareciera que el pragmatismo y la praxis clientelar heredada del periodo fujimorista, no les permite despegar con un discurso y agenda propia. Pues la mayoría se encuentra atrapada en el muro de las lamentaciones de la falta de empleo y el difuso esquema de la “alianza estratégica” con los políticos, funcionarios y servidores públicos de turno. Y en nombre de esa “alianza estratégica” se guarda un silencio cómplice a cambio de algunas tacitas prerrogativas obtener en el futuro. O se opta por la crítica asustadiza dada entre cuatro paredes y siempre evitando que se haga pública. Entonces ¿quién es aliado de quien? Las organizaciones juveniles se auto perciben como “aliados estratégicos”, pero ¿en realidad lo serán?
Las “alianzas estratégicas” discurso extraído de las teorías de la mercadotecnia se da entre dos actores sociales, políticos o económicos que suman sus fuerzas en igualdad de condiciones para conseguir un objetivo común. Quizá en el mejor de los casos las organizaciones perciben a los políticos de turno como sus aliados estratégicos para conseguir algunos beneficios, pero los políticos nos los perciben así, pues su praxis demuestra que los perciben como títeres, o necesarios piquichones políticos a quienes hay que acallar con un plato de lenteja o alguna promesa a incumplir. Esa es la razón por la que sistemáticamente les niegan la posibilidad de asignarle presupuesto propio, desarrollar políticas juveniles serias, o planes concertados a largo plazo con metas claras y especificas. Prefiriendo el camino de la nebulosa política, los sueños de opio o la fractura sistemática de los planes concertados en los espacios de participación ciudadana. Así en pequeñas iniciativas, que simulan pequeñísimos bocadillos para una jauría de hambrientos termina convertidas las políticas juveniles y las expectativas de las organizaciones juveniles que se esmeran en representarlas.
Pero la culpa no es solo de un lado, como en muchos casos también es compartida por las organizaciones juveniles que han terminado despolitizadas de su situación y condición por algunos mezquinos y personalísimos intereses. Pues tenemos reconocer que en la última década las organizaciones juveniles se organizan para guardar silencio, para coaptar espacios, e invisibilizar demandas en nombre del exitismo personal y la futura candidatura electoral. Sino preguntémonos de donde están “los PPKuyes” o los “juventud de solidaridad” que no dijeron ni pio del escandaloso caso COMUNICORE, ni dicen nada del engañoso y publicitado discurso de “RENUNCIA A SU NACIONALIDAD NORTEAMERICANA” de su gurú y guía. Bueno pues, esos chicos han tránsfugado a las organizaciones juveniles y allí están reciclándose, travistiéndose en el día a día, como buenos e imprescindibles ciudadanos, simulando agendas e invisibilizando otras. Ellos han decidido no cambiar nada, porque todo lo perpetuo asegura algunos beneficios entre la podredumbre.
Recuerdo que generaciones anteriores construían su identidad socio-política, a riesgo de tragar gases lacrimógenos, perder su vida, desaparecer o terminar encarcelados. Ese era el costo de construir una identidad política. Pero ahora las organizaciones juveniles de hoy, construyen su identidad socio-política a riesgo de perder un aliado estratégico, guardando silencio frente algún mendrugo de pan o la promesa política del futuro contrato laboral que evidentemente se incumplirá. ¿Entonces donde están las posturas políticas contra la corrupción? Qué diferencia existe entre este actuar y un medio de comunicación que prefiere callar a cambio de publicidad, el criticado dirigente barrial que guarda silencio cuando obtiene un puesto laboral, el tecnócrata que esconde pruebas por miedo a perder su chamba y el funcionario que obtiene empleo por favor político.
En un contexto como este habría que recordar a Pierre Bordiú diciendo: ¿quiénes han hecho del silencio cómplice una profesión, de la tibieza una forma reiterada forma de obtener beneficios y de la asolapada neutralidad un visible acto criminal? Y preguntar a los jóvenes no organizados que se expresan en las calles ¿Hacia dónde van las organizaciones juveniles?
Jesús Alegría

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